ALAN TOUREINE

ALAIN TOUREINE

Nace en Francia en 1925, ha publicado cerca de 20 libros entre los que destacan:
“Vida y muerte del Chile popular”,
“Sociedades dependientes”,
“Actores sociales y sistemas políticos en América latina”,
“Sociología de la Acción”, etc.
Su obra puede dividirse en tres etapas: la primera en que se concentra en el estudio del trabajo y la conciencia de los trabajadores basado en estudios de campo que realizó en América Latina, la segunda en la que se ocupa de los “movimientos sociales” en particular las revueltas del “mayo francés” y los golpes de Estado latinoamericanos, la tercera y en la que todavía trabaja, se ocupa del estudio del papel del sujeto dentro de los movimientos sociales.
Turén es un gran opositor a las políticas neoliberales. En sus libros “Crítica a la Modernidad” (1994) y “Qué es la Democracia” (1994) puso en el centro del debate la cuestión del SUJETO y la DEMOCRACIA.
En ésta concepción es importante que el sujeto resguarde su memoria, y que se pueda combinar el pensamiento racional, la libertad personal y la identidad cultural. Es así como la democracia debe seguir por dos caminos: por un lado se deben crear espacios para la participación popular, y por el otro asegurar el respeto a las diferencias individuales y el pluralismo.
Uno de sus últimos libros titulado “¿Podremos vivir juntos?: Iguales y diferentes” publicado en 1997, es el que me corresponde compartir con ustedes en ésta tarde, en particular el capítulo quinto: “La sociedad multicultural”.
Turén señala en la presentación del libro que, a fines del siglo 19, en plena industrialización del mundo “occidental”, los sociólogos enseñaban como pasábamos de la comunidad a la sociedad. En la actualidad, según el autor, lo que vivimos es justamente lo contrario: estamos viendo el paso de la sociedad a la comunidad mientras que, en la economía y el comercio estamos “globalizados”.
El fin del siglo 20 está marcado por un notable desarrollo tecnológico que nos llevó a lo que se definió como ALDEA GLOBAL pues, en cualquier parte del planeta podemos comer las mismas hamburguesas, vestir los mismos blu gins, ver iguales programas de televisión por tanto a la pregunta central del libro ¿podemos vivir juntos? la respuesta rápida sería ¡YA VIVIMOS JUNTOS! por supuesto que ello en modo alguno significa que pertenezcamos a la misma sociedad o a la misma cultura.
En la economía las lógicas universales, globalizantes se ven con gran nitidez. La producción y la circulación del dinero no tienen, ni reconocen fronteras. Las mercancías fluyen con una libertad que se niega a las personas cuando se ven forzadas a abandonar su “propio” país en busca de “futuro”. La migración es un fenómeno que ha alcanzado inmensas proporciones y, cuando el migrante llega a su destino tiene solo dos opciones: o se “integra”, se “asimila” dejando de lado sus propias particularidades, o se “aisla” o lo “aislan”.
Cuando estamos todos juntos no tenemos casi nada en común, y cuando compartimos unas creencias, una historia, rechazamos a los que son diferentes.
Por todo lado vemos estallar conflictos. Países enteros se han despedazado a título de “identidades nacionales” basta recordar el caso de Yugoeslavia. El reconocerse como “nosotros” se evidencia excluyente, marginador de los “otros” y eso no ocurre solo a pretexto de raza, también lo vemos en la religión, en las preferencias sexuales, etc.
La idea “moderna” de que para organizar, para homogenizar una sociedad bastaba la racionalidad, el contrato social, la democracia, el desarrollo de las instituciones y el ejercicio de las mayorías se ha evidenciado falsa. Hoy, las minorías luchan por ser escuchadas, el surgimiento de “nuevos actores sociales” está transformando y debe transformar por completo la vida social, política e incluso económica. La exigencia de estos nuevos actores es una sola: que se RECONOZACA Y RESPETEN LAS DIFERENCIAS.
Sin duda, el primer gran paso en ésta dirección lo dieron los movimientos de mujeres y es justamente en la relación hombre-mujer en la que podemos ver con gran claridad que la posibilidad de reconocernos simultáneamente IGUALES y DIFERENTES no es una utopía.
Todos los proyectos autoritarios, excluyentes y marginadores han evidenciado su límite. Se terminó la era del orden y se impone la era del cambio. Es el momento de la heterogeneidad, de la diferencia, es el momento de los nuevos actores sociales, el momento del SUJETO.
La nueva democracia, según Turén, debe tener por objetivo fundamental, garantizar AL MAYOR NÚMERO DE PERSONAS, la mayor cantidad posible de oportunidades para ALCANZAR SU INDIVIDUACIÓN, de vivir como sujetos (no sujetados). La democracia, debe poner en el centro del análisis y de la acción ya NO a la sociedad sino al sujeto personal pues el SUJETO es la única respuesta posible a la separación entre economía y cultura y es a la vez, en si mismo, un MOVIMIENTO SOCIAL.
Es el momento de superar las ilusiones universalistas, abandonar el ideal de homogeneidad gracias a la racionalización y dejar también de lado la otra posición extrema, la del relativismo cultural que nos llevaría a la fragmentación total de las comunidades.
El camino que propone Turén es el de ir hacia la construcción de una SOCIEDAD MULTICULTURAL que no se reduce a un pluralismo sin límites sino que, por el contrario, es la búsqueda de COMUNICACIÓN e INTEGRACIÓN PARCIAL entre conjuntos culturales que han permanecido separados o que si han estado unidos, no han logrado comunicarse.
Esta es la recomposición del mundo que plantea el autor la misma que podría sintetizarse en: VIVAMOS Y TRABAJEMOS JUNTOS AL MISMO TIEMPO QUE RECONOCEMOS NUESTRAS DIFERENCIAS CULTURALES.