El ORDEN SOCIAL en varios autores

EL ORDEN SOCIAL
En Platón, el orden social está determinado por el conocimiento y la reflexión, la participación en ese orden es racional, no requiere de coerción, la fuerza se ejerce por templanza.
El orden social se reproduce en base a la educación, es un orden violento aunque no haya violencia.
La comunidad política de Platón se basa en la exclusión de lo privado.
En el orden justo, cada quien ocupa su lugar. Es un orden estatal, del conocimiento, justo pero un orden autoritario.
La justicia es la que permite producir un orden, una sociedad por el contrario, la injusticia lo debilita.
San Agustín se relaciona con Platón en que el orden divino debe imponerse pues el orden o gobierno de la tierra tiene un fin, caduca. Las dos realidades, la del orden divino y la del orden terrenal coexisten.
La comunidad terrena es aquella de la generación, de la divina regeneración. La política es el gobierno del orden y la justicia (SA:1382).
En la comunidad terrena, siempre habrá peligro de una lucha, el tema de la paz como orden se encuentra en la comunidad divina.
El orden y la concordia son resultado de la sumisión a la ley eterna por la Fe. En su libro. San Agustín desarrolla el orden político por el reconocimiento de la autoridad de Dios.
En Aristóteles, el Estado es aquel que provee de orden a una comunidad. Está por sobre la familia y sobre cada individuo pues el todo es superior a sus partes.
La justicia, es una necesidad social porque el derecho es la regla de la vida para la asociación política y la decisión justa es la que constituye ese derecho.
Es un orden desigual pues afirma que por condición natural hay quienes son dotados de razón y otros que simplemente tienen la fuerza física y por ello su ubicación en la comunidad es diferente, los primeros están llamados a mandar y los segundos a obedecer como esclavo y ello, como resultado de la naturaleza que es la que ha determinado las diferencias entre los fuertes y los débiles.
Para Aristóteles el mundo de la política es de dominio pero donde se fragua el interés común.
El orden político en Maquiavelo no es el resultado de un pacto sino de la voluntad. La voluntad de adquirir y mantener el poder en un ejercicio de dominio que requiere de poder de mando y obediencia y que debe estar caracterizado en su ejercicio por la prudencia.
El orden se construye desde la acción política que se entiende como energía humana que lucha contra la fortuna para evitar que el hombre se mate. El hecho político en Maquiavelo esta marcado por las apariencias, y el orden como resultado del dominio tiene una noción micro del tiempo que en San Agustín es macro.
En la constitución del orden la prudencia es la que permite prevenir, anticipar, aprovechar la ocasión y manejar las circunstancias.
Para Maquiavelo lo importante es mantener y conservar el poder sin importar un orden.
En Hobbes el orden es el resultado de un pacto al que llega el hombre a efecto de escapar del terror, del miedo que le producen los otros que ven en él un objeto de dominio.
El contrato es un requisito natural para el paso del hombre natural al hombre social. Es un acto voluntario, de renuncia, de transferencia, que reconoce al otro y lo acepta como igual, es un pacto entre individuos que crean un individuo artificial, es un espacio en el que se expresa como orden una unidad artificial el objeto del orden en Hobbes es el dominio sobre la pasión humana Hobbes reconoce que hay estados, leyes de la naturaleza pero no orden.
Locke invierte las consecuencias políticas del estado de naturaleza. Lo político no tiene una función de dominio o control sobre la virtud, cuerpo ni pasiones sino que tiene por objetivo el salvaguardar la condición natural del hombre, la propiedad.
No existe un carácter relacional de lo político, es individualista y termina con la relación dominado-dominador. La ilusión de Locke es lograr construir un orden en el cual la política no requiera de dominio.
Lo político no gobierna sobre el estado de naturaleza sino que lo protege, lo encarna. El estado y el gobierno se subordinan al individuo.
En Locke la libertad política va de la mano a la igualdad política pero no a la igualdad social.
El orden político en Rousseau está articulado a la voluntad general que tiene por instrumento un gobierno.
Para Rosusseau el orden que se busca construir es uno en el cual vayan juntas libertad e igualdad, entiende la capacidad como la voluntad, como poder. La voluntad general funde los dos conceptos; lo que no pudo la libertad que sacrifica a la igualdad.
El objeto de Rousseau es construir un orden en el cual los hombres sean a la vez libres e iguales.
De su parte Marx construye un nuevo orden desde la violencia, desde la desapropiación y por tanto desde un estado con una clase social única, con un partido político único, con una ideología única. Es un orden legitimado desde y por la violencia. Es el orden del mundo proletario en el cual llega a desaparecer el poder político pues la liberación pasa por la destrucción del estado nacional.
Para Marx el poder político es la violencia organizada para proteger o destruir un tipo de propiedad; si se destruye por completo la propiedad privada desaparecerá por tanto el poder político. Vale recordar que para Locke el poder político existe con el objetivo de defender la propiedad mientras que en Webber el poder político no es sólo instrumental ni sólo violencia organizada.
Marx busca construir un orden como democracia social, como igualdad social no como democracia política.
Gramsci prefigura un orden construido a partir de la hegemonía que es el resultado del consenso y del diálogo más que la violencia. El consenso es un proceso educacional, una dirección consciente que se inserta en la cultura sobre el cual se puede fundar un nuevo liderazgo intelectual y moral.
El estado, que es la sociedad política más la sociedad civil, lo define como el ejercicio de una hegemonía acorazada de coacción que será superada cuando la sociedad política se sumerja en la sociedad civil.
el consenso, con dirección y sentido es el orden buscado por Gramsci y, es la lucha por ese sentir el que es en último caso hegemonía, dirección y equilibrio.
El sentido junto a la violencia constituyen el orden político.
En Webber, el orden depende del tipo de dominación que existe en una sociedad. Lo fundamental en la construcción de ese orden es el reconocimiento de la legitimidad la misma que es activa, obediencia consentida.
En el estado de dominación racional el orden está garantizado por la autoridad legítima, por las instituciones, por la burocracia, en un estado en el cual existe un marco legal que define con precisión los límites del ejercicio de la libertad.
En Habermas el orden, la voluntad general, pueden ser construidos desde la subjetividad en su modelo de comunidad que no es política sino una comunidad de ciudadanos desde la que se puede institucionalizar mediante un ejercicio procedimental deliberativo la sociedad a crearse.
Este proceso deliberativo es continuamente autoreflexivo al interior de la sociedad y cambia de forma permanente los ámbitos de lo público y lo privado.
El mundo de la vida es el escenario temático donde se dibuja o desdibuja algo. Es el espacio de la experiencia intersubjetiva, de los saberes, de la capacidad de interpretación que se da en la intersubjetividad.
Habermas busca construir un orden en el cual se edifica colectivamente un sentido común que se basa en procedimientos y no desconoce las diferencias.
MacKinnon pone en cuestión todo orden establecido, borra por completo los linderos de lo público y lo privado afirmando que lo personal es lo político, que la vivencia personal es la acción política y que esta surge de la conscienciación .
Busca construir un nuevo orden que termine con el vigente que es un orden de género, que parte siempre del punto de vista masculino como forma de conocer el mundo.
Su crítica al estado, al orden imperante, es que la dominación, el poder y el estado son el resultado de una perspectiva sexuada. El orden vigente es un orden de desigualdad en el cual la experiencia de las mujeres es una exente es un orden de desigualdad en el cual la experiencia de las mujeres es una experiencia de sumisión.
Kymlincka desde su análisis del orden liberal cuestiona que este orden se limita a la imposición de la visión de las mayorías que son incapaces de reconocer los derechos de culturas y etnias minoritarias que conviven con ellas.
Considera que el reconocimiento de los derechos de grupo e incluso la posibilidad de espacios de autogobierno consolidarán un orden democrático caracterizado por la capacidad de reconocer la diversidad y la diferencia.