Enrique Dussel, DEBATE POSCOLONIAL

FILOSOFÍA LATINOAMERICANA
DARWIN JIJON LARCO - Doctorado en Filosofía – PUCE– 13 Junio 2002
Prof. Dra. Nancy Ochoa



DEBATE POSCOLONIAL


1. Sobre "Europa, modernidad y eurocentrismo", de Enrique Dussel:
En qué consiste el eurocentrismo de la modernidad, según Dussel, cómo son los dos paradigmas contradictorios de modernidad en relación a sus dos conceptos, y qué vinculación tiene lo anterior con la Europa real, venida del Oriente, así como con la "invención" ideológica de la Europa moderna.

El primer concepto de modernidad para Dussel es eurocéntrico, provinciano, regional. La modernidad es una emancipación, una salida de la inmadurez por un esfuerzo de la razón como proceso crítico, que abre a la humanidad a un nuevo desarrollo del ser humano. La segunda visión de la modernidad, en un sentido mundial, consiste en definir como determinación fundamental del mundo moderno, el hecho de ser “centro” de la historia mundial.
No hubo historia mundial hasta el 1492. Antes de esa los imperios o sistemas culturales coexistían entre sí. Sólo con la expansión portuguesa desde el siglo XV, que llega a extremo oriente en el siglo XVI, y con el descubrimiento de América hispánica, todo el plantea se torna el “lugar” de “una sola” Historia Mundial. Esta Europa Moderna, desde 1492, “centro” de la historia Mundial, constituye por primera vez en la historia, a todas las otras culturas como su “periferia”. El eurocentrismo de la modernidad es exactamente el haber confundido la universalidad abstracta con la mundialidad concreta. La modernidad es justificación de una praxis irracional de violencia.
Dussel propone dos paradigmas contradictorios: el de la meta de la modernidad eurocéntrica, y el de la modernidad subsumida desde un horizonte mundial, donde cumplió una función ambigua (por una parte, como emancipación; y por otra, como mítica cultura de la violencia). La realización del segundo paradigma es un proceso de “Trans-Modernidad”, sólo el segundo paradigma incluye a la “Modernidad/Alteridad” mundial en la que el “nosotros” son los europeos y, “los otros” somos nosotros, los pueblos del mundo periférico.
La Modernidad se definió como “emancipación” con respecto al “nosotros”, pero no advirtió su carácter mítico sacrifical con respecto a los “otros”. Así, podemos llamarlos bárbaros con respecto a nuestras reglas de la razón, pero no con respecto a nosotros, que los rebasamos en toda especie de barbarie.

2. Sobre "La colonialidad a lo largo y a lo ancho: el hemisferio occidental en el horizonte colonial de la modernidad", de Walter Mignolo:
2.1. ¿Qué entiende Mignolo por "sistema-mundo moderno/colonial", y en qué forma la idea de "hemisferio occidental" dio lugar a un cambio radical en el imaginario y en las estructuras del poder?

Mignolo propone como tesis que la emergencia de la idea de “hemisferio occidental” dio lugar a un cambio radical en el imaginario y en las estructuras de poder en el mundo moderno/colonial que produjo un enorme impacto en su re estructuración y adicionalmente tuvo y tiene importantes repercusiones para las relaciones sur-norte en las Américas, para la configuración de la “latinidad” en los Estados Unidos, como también para la diversidad afro-americana en el norte, en el sur y en el Caribe.
A Mignolo le interesa la emergencia del circuito comercial en el Atlántico en el siglo XVI como fundamental en la historia del capitalismo y de la modernidad/colonialidad.
Wallerstein consideró a la Revolución Francesa como el momento fundacional de la geo-cultura del sistema-mundo moderno. La contribución de Aníbal Quijano constituye un giro teórico al esbozar las condiciones bajo las cuales la colonialidad del poder fue y es una estrategia de la modernidad. El momento de la construcción del imaginario colonial, retomado y transformado por Francia e Inglaterra en proyecto de misión civilizadora, no aparece en la historia del capitalismo contada por Arrighi (1994). La imagen hegemónica sustentada en la colonialidad del poder hace difícil pensar que no puede haber modernidad sin colonialidad; que la colonialidad es constitutiva de la modernidad y no derivativa. La exterioridad colonial planetaria no es una exterioridad necesariamente desde fuera de occidente sino exterioridad interior y exterioridad exterior.
2.2. ¿En qué consisten la colonialidad del poder, la diferencia colonial y la "doble conciencia"?
El marco del mundo moderno/colonial desde distintas perspectivas de su imaginario, no se reduce a la confrontación entre españoles y amerindios sino que se extiende al criollo.
Fue, según Mignolo, con y a partir del circuito comercial del Atlántico cuando la esclavitud se convirtió en sinónimo de negritud. El panorama que esboza Mignolo no es una descripción de colonialismo sino de colonialidad, de la construcción de mundo moderno en el ejercicio de la colonialidad del poder.
El imaginario del mundo moderno/colonial surgió de la compleja articulación de fuerzas, de voces oídas o apagadas, de memorias compactas o fracturadas, de historias contadas desde un solo lado que suprimieron otras memorias y de historias que se contaron y cuentan desde la doble conciencia que genera la diferencia colonial.

2.3. Explique y evalúe las variadas formas de doble conciencia en América a las que se refiere Mignolo.
El principio de la doble conciencia, es la característica del mundo moderno/colonial desde las márgenes de los imperios pero también, como se comprueba hoy, por las migraciones masivas a Europa y estados Unidos desde le interior de los países que fueron o que son potencias imperiales: los negros en Inglaterra, los latinos en EE.UU., etc.La doble conciencia es una consecuencia de la colonialidad del poder y la manifestación de subjetividades forjadas en la diferencia colonial.
Desde la perspectiva de la conciencia negra criolla, la conciencia criolla blanca es una doble conciencia que no se reconoció como tal. La negación de Europa no fue, ni en la América hispana ni en la anglo-sajona, la negación de la “Europeidad” pues se trataba de ser americanos sin dejar de ser europeos; de ser americanos pero distintos de los amerindios y de la población afro-americana.
La conciencia criolla se definió en términos raciales en relación a negros e indios y fue y es una conciencia que no se reconoció ni se reconoce como tal aunque si lo hizo en la homogeneidad del imaginario nacional y desde principios del siglo XX en el mestizaje, como contradictoria expresión de homogeneidad (celebración de pureza mestiza).
Si la conciencia criolla blanca se hubiera reconocido doble no tendríamos hoy problemas de identidad, multiculturalismo un pluriculturalidad. Variadas fueron las formas de la doble conciencia que fue consecuencia y legado del mundo moderno/colonial.

2.4. Resuma y evalúe lo que Mignolo considera como "la reinterpretación rooseveltiana del hemisferio occidental".
Si las historias necesitan un comienzo, la historia de la rearticulación fuerte de la idea de hemisferio occidental en el siglo XX, tuvo su comienzo en Venezuela cuando las fuerzas armadas de Alemania e Inglaterra iniciaron un bloqueo para presionar el cobro de la deuda externa lo cual creó condiciones para que la idea y la ideología de hemisferio occidental se reavivara como una cuestión no sólo de incumbencia de EE.UU. sino también de los países latinoamericanos
La idea de hemisferio occidental encontró su momento de emergencia en la independencia de los criollos, anglos y latinos, en ambas Américas, su momento de consolidación se lo encuentra casi un siglo más tarde, después de la guerra hispano-americana durante la presidencia de Theodor Roosvelt, en los albores del siglo XX.
Roosvelt propuso, unilateralmente, una nueva política internacional y reclamó para EE.UU. el monopolio de los derechos de administración de la autonomía y democracia del hemisferio occidental. La doctrina Monroe re-articulada con la idea de “hemisferio occidental” introdujo un cambio fundamental en la configuración del mundo moderno/colonial y en el imaginario de la modernidad/colonialidad

2.5. Sintetice y evalúe la discusión sobre el concepto de "geo-cultura" de Wallerstein.

La “geo-cultura” del sistema mundo-moderno debería entenderse como la imagen ideoló¬gica y hegemónica sustentada y expandida por la clase dominante, después de la Revolución Francesa.
La imagen hegemónica no es por tanto equivalente a la estructuración social sino a la manera en que un grupo, el que impone la imagen, concibe la estructuración social. Por “imaginario del mundo moderno/colonial” debe entenderse a las variadas y conflictivas perspectivas económicas, políticas, sociales, religiosas etc. en las que se actualiza y transforma la estructuración social. Wallerstein, la incluye como el aspecto monotópico y hegemónico, localizado en segunda modernidad, con el ascenso de Francia, Inglaterra y Alemania al liderazgo del mundo moderno/colonial.
Lo que Wallerstein llama la geo-cultura es el componente del imaginario del mundo moderno/colonial que se universaliza, y lo hace no sólo en nombre de la misión civilizadora al mundo no europeo, sino que relega el siglo XVI al pasado y con ello el Sur de Europa. El imaginario que emerge con el circuito comercial del Atlántico, que pone en relaciones conflictivas a peninsulares, amerindios y esclavos africanos, no es para Wallerstein componente de la geo-cultura.
Wallerstein describe como geo-cultura del sistema-mundo moderno el imaginario hegemónico y deja de lado tanto las contribuciones desde la diferencia colonial como desde la diferencia imperial: la emergencia del hemisferio occidental en el horizonte colonial de la modernidad. La geo-cultura de Wallerstein es, pues, el imaginario hegemónico de la segunda fase de la modernidad, y es eurocéntrico en el sentido restricto del término, centrado en Francia, Inglaterra y Alemania, le da perspectiva de la historia (del imaginario nacional francés).
Destacó en el concepto de "geo-cultura" el componente hegemónico del mundo moderno que acompañó la revolución burguesa en la consolidación de la Europa de las naciones y que al mismo tiempo relegó a acontecimientos "periféricos" los primeros movimientos de des¬colonización de un mundo moderno pero también colonial.
La emergencia del concepto de "hemisferio occi¬dental" no permitía prever que marcaba, desde el comienzo, los límites de lo que Wallerstein llama geo-cultura, y lo marca de dos maneras: una por rearticular la diferencia colonial; la otra por ir absorbiendo, a lo largo de su historia, el concepto de "misión civilizadora", concepto central en la geo-cultura de Wallerstein, y traducción de la "misión civilizadora” dominante de los siglos XVI al XVI. Pero que no las reconoce como geo-cultura.

3. Sobre "Ciencias sociales, violencia epistémica y el problema de la "invención del otro"", de Santiago Castro-Gómez:
3.1. Resuma y evalúe el proyecto moderno de la gubernamentalidad, según Castro-Gómez, y explique cómo ve este autor el concurso de las ciencias sociales en dicho proyecto.
Castro-Gómez quiere mostrar que cuando hablamos de la modernidad como "proyecto" nos estamos refiriendo también, y principalmente, a la existencia de una instancia central a partir de la cual son dispensados y coordinados los mecanismos de control sobre el mundo natural y social. Esa instancia central es el Estado, garan¬te de la organización racional de la vida humana. "Organización racional".
Las taxonomías elaboradas por las ciencias sociales no se limitaban, enton¬ces, a la elaboración de un sistema abstracto de reglas llamado "ciencia" - como ideológicamente pensaban los padres fundadores de la sociología -, sino que tenían consecuencias prácticas en la medida en que eran capaces de legitimar las políticas regulativas del estado. La matriz, práctica que dará origen al surgimien¬to de las ciencias sociales es la necesidad de "ajustar" la vida de los hombres al aparato de producción.
Todas las políticas y las instituciones estatales (la escue¬la, las constituciones, el derecho, los hospitales, las cárceles, etc.) vendrán definidas por el imperativo jurídico de la "modernización", es decir, por la necesidad de disciplinar las pasiones y orientarlas hacia el beneficio de la colectividad a través del trabajo.
De lo que se trataba era de ligar a todos los ciudadanos al proce¬so de producción mediante el sometimiento de su tiempo y de su cuerpo a una se¬rie de normas que venían definidas y legitimadas por el conocimiento.
Las cien¬cias sociales enseñan cuales son las "leyes" que gobiernan la economía, la socie¬dad, la política y la historia. El Estado, por su parte, define sus políticas guberna¬mentales a partir de esta normatividad científicamente legitimada.

3.2. En relación a lo anterior, resuma las tres prácticas disciplinarias identificadas por Beatriz González Stephan.

Las tres prácticas disciplinarias que contribuyeron a forjar los ciudadanos latinoamericanos del siglo XIX para Beatriz González son: las constituciones, los ma¬nuales de urbanidad y las gramáticas de tu lengua.
Siguiendo al teórico urugua¬yo Ángel Rama, González constata que estas tecnologías de subjetivación poseen un denominador común: su legitimidad descansa en la escritura. La palabra escrita construye leyes e identidades nacionales, diseña programas modernizadores, organiza la comprensión del mundo en términos de inclusiones y exclusiones.
El proyecto fundacional de la nación se lleva a cabo mediante la implementación de instituciones legitimadas por la letra (escue¬las, hospicios, talleres, cárceles) y de discursos hegemónicos (mapas, gramáticas, constituciones, manuales, tratados de higiene) que reglamentan la conducta de los actores sociales, establecen fronteras entre unos y otros y les transmiten la certeza de existir adentro o afuera de los límites definidos por esa legalidad escrituraria". La formación del ciudadano como "sujeto de derecho" sólo es posible dentro del marco de la escritura disciplinaria y, en este caso, dentro del espacio de lega¬lidad definido por la constitución. La función jurídico-política de las constitucio¬nes es, precisamente, inventar la ciudadanía, es decir, crear un campo de identi¬dades homogéneas que hicieran viable el proyecto moderno de la gubernamentabilidad.
Pero si la constitución define formalmente un tipo deseable de subjetividad moderna, la pedagogía es el gran artífice de su materialización. La escuela se con-vierte en un espacio de internamiento donde se forma ese tipo de sujeto que los "ideales regulativos" de la, constitución estaban reclamando. Lo que se busca es introyectar una disciplina sobre la mente y el cuerpo que capacite a la persona para ser "útil a la patria" .
Los manuales de urbanidad se convierten en la nueva biblia que indicará al ciudadano cuál debe ser su comportamiento en las más diversas situaciones de la vida, pues de la obediencia Fiel a tales normas dependerá su mayor o menor éxi¬to en la civitas terrena, en el reino material de la civilización.
La "entrada" en el banquete de la modernidad demandaba el cumplimiento de un recetario normati¬vo que servía para distinguir a los miembros de la nueva clase urbana que empe¬zaba a emerger en toda Latinoamérica durante la segunda mitad del siglo XIX. Ese "nosotros" al que hace referencia el manual es, entonces, el ciudadano bur¬gués, el mismo al que se dirigen las constituciones republicanas; el que sabe có¬mo hablar, comer, utilizar los cubiertos, sonarse las narices, tratar a los sirvientes, conducirse en sociedad. Es el sujeto que conoce perfectamente "el teatro de la eti¬queta, la rigidez de la apariencia, la máscara de la contención"".
En este proceso taxonómico jugaron también un papel fundamental las gramá¬ticas de la lengua. González menciona en particular la Gramática de la Lengua Castellana destinada al uso de los americanos, publicada por Andrés Be¬llo en 1847. El proyecto de construcción de la nación requería de la estabilización lingüística para una adecuada implementación de las leyes y para facilitar, además, las transacciones comerciales .
Estamos frente a una práctica disciplinaria en donde se refle¬jan las contradicciones que terminarían por desgarrar al proyecto de la moderni¬dad: establecer las condiciones para la "libertad" y el "orden" implicaba el some¬timiento de los instintos, la supresión de la espontaneidad, el control subir las di¬ferencias. Para ser civilizados, para entrar a formar parle de la modernidad, para ser ciudadanos colombianos, brasileños o venezolanos, los individuos no solo de¬bían comportarse correctamente y saber leer y escribir, sino también adecuar su lenguaje a una serie de normas. El sometimiento al orden y a la norma conduce al individuo a sustituir el flujo heterogéneo y espontáneo de lo vital por la adopción de un continuum arbitrariamente constituido desde la letra.
La construcción del imaginario de la "civilización" exigía nece¬sariamente la producción de su contraparte: el imaginario de la "barbarie". Se trata en ambos casos de algo más que representaciones mentales. Son imaginarios que poseen una materialidad concreta, en el sentido de que se hallan anclados en sistemas abstractos de carácter disciplinario como la escuela, la ley, el Estado, las cárceles, los hospitales y las ciencias sociales. Es precisamente este vínculo entre conocimiento y disciplina el que nos permite hablar, siguiendo a Gayatri Spivak, del proyecto de la modernidad como el ejercicio de una "violencia epistémica".

3.3. Explique la colonialidad del poder y del saber, según Aníbal Quijano y Castro-Gómez.

Una de las contribuciones más importantes de las teorías poscoloniales a la actual reestructuración de las ciencias sociales es haber señalado que el surgi¬miento de los Estados nacionales en Europa y América durante los siglos XVII al XIX no es un proceso autónomo, sino que posee una contraparte estructural: la consolidación del colonialismo europeo en ultramar.
La persistente negación de este vínculo entre modernidad y colonialismo por parte de las ciencias sociales ha sido, en realidad, uno de los signos más claros de su limitación conceptual. La racionalización - en senti¬do weberiano - habría sido el resultado de un despliegue de cualidades inheren¬tes a las sociedades occidentales (el "tránsito" de la tradición a la modernidad), y no de la interacción colonial de Europa con América, Asia y África a partir de 1492". Desde este punto de vista, la experiencia del colonialismo resultaría com¬pletamente irrelevante para entender el fenómeno de la modernidad y el surgi¬miento de las ciencias sociales.
Las teorías poscoloniales han mostrado que cualquier recuen¬to de la modernidad que no tenga en cuenta el impacto de la experiencia colonial en la formación de las relaciones propiamente modernas de poder resulta no só¬lo incompleto sino también ideológico, pues fue precisamente a partir del colo¬nialismo que se generó ese tipo de poder disciplinario.
Si el Estado-nación opera como una maquinaria generadora de otredades que deben ser disciplinadas, esto se debe a que el surgimiento de los es¬tados modernos se da en el marco de lo que Walter Mignolo ha llamado el "sistema-mundo moderno/colonial" .
¿Cuál es el dispositivo de poder que genera el sistema-mundo moderno/colonial y que es reproducido estructuralmente; hacia aden¬tro por cada uno de los estados nacionales?
Castro-Gómez encuentra una posible respuesta en el concepto de la "colonialidad del poder" sugerido por el sociólogo peruano Aníbal Quijano: la expoliación colonial es legitimada por un imaginario que establece diferencias incomnesurables; entre el colonizador y el colonizado.
Así, las nociones de "raza" y de "cultura" operan aquí como un dispo¬sitivo taxonómico que genera identidades opuestas. El colonizado aparece así co¬mo lo "otro de la razón", lo cual justifica el ejercicio de un poder disciplinario por parte del colonizador. La maldad, la barbarie y la incontinencia son marcas "identitarias" del colonizado, mientras que la bondad, la civilización y la racionalidad son propias del colonizador. Ambas identidades se encuentran en relación de exte¬rioridad y se excluyen mutuamente.
El concepto de la "colonialidad del poder" amplía y corrige el concepto foucaultiano de "poder disciplinario", al mostrar que los dispositivos panópticos erigi¬dos por el Estado moderno se inscriben en una estructura más amplia, de carácter mundial, configurada por la relación colonial entre centros y periferias a raíz de la expansión europea.
Desde este punto de vista podemos decir lo siguiente: la moder¬nidad es un "proyecto" en la medida en que sus dispositivos disciplinarios quedan anclados en una doble gubernamentabilidad jurídica. De un lado, la ejercida hacia adentro por los estados nacionales, en su intento por crear identidades homogéneas mediante políticas de subjetivación; de otro lado, la gubernamentabilidad ejercida hacia afuera por las potencias hegemónicas del sistema-mundo moderno/colonial en su intento de asegurar el flujo de materias primas desde la periferia hacia el centro. Ambos procesos forman parte de una sola dinámica estructural.

3.4. Sintetice las consecuencias para las ciencias sociales y la teoría crítica de la sociedad, de las transformaciones sufridas por el capitalismo en las últimas décadas, según Castro-Gómez.
Para el autor, las ciencias sociales se constituyen en este espacio de po¬der moderno/colonial y en los saberes ideológicos generados por él. Desde este punto de vista, las ciencias sociales no efectuaron jamás una "ruptura epistemo¬lógica" - en el sentido althusseriano - frente a la ideología, sino que el imagina¬rio colonial impregnó desde sus orígenes a todo su sistema conceptual'".
El referente empírico utilizado por este modelo heurístico para definir cual es el primer "estadio", el más bajo en la escala del desarrollo humano, es el de las sociedades indígenas americanas tal como éstas eran descritas por viajeros, cronistas y navegantes europeos.
La característica de este primer estadio es el salvajismo, la barbarie, la ausencia completa de arte, ciencia y escritura. "Al comienzo todo era América", es decir, todo era superstición, primitivismo, lucha de todos contra, "estado de naturaleza".
El último estadio del progreso humano, el alcanzado ya por las seriedades europeas, es construido, en cambio, como "lo otro" absoluto del primero y desde su contraluz. Allí reina la civilidad, el Estado de derecho, el cultivo de la ciencia y de las artes. El hombre ha llegado allí a un estado de "ilustración" en el que, al decir de Kant, puede autolegislarse y hacer uso autónomo de su razón. Europa ha marcado el camino civilizatorio por el que deberán transitar todas las naciones del planeta.
Castro-Gómez observa como el aparato conceptual con el que nacen las cien¬cias sociales en los siglos XVII y XVIII se halla sostenido por un imaginario co¬lonial de carácter ideológico. Conceptos binarios tales como barbarie y civiliza¬ción, tradición y modernidad, comunidad y sociedad, mito y ciencia, infancia y madurez, solidaridad orgánica y solidaridad mecánica, pobreza y desarrollo, entre muchos otros, han permeado por completo los modelos analíticos de las cien¬cias sociales.
El imaginario del progreso según el cual todas las sociedades evo¬lucionan en el tiempo según leyes universales inherentes a la naturaleza o al espíritu humano, aparece así como un producto ideológico construido desde el dis¬positivo de poder moderno/colonial.
Para Salazar-Gómez, las ciencias sociales funcionan estructuralmente como un "aparato ideológico" que, de puertas para adentro, legitimaba la exclusión y el disciplinamiento de aquellas personas que no se ajustaban a los perfiles de subjetividad que necesitaba el Estado para implementar sus políticas de modernización; de puertas para afuera, en cambio, las ciencias sociales legiti-maban la división internacional del trabajo y la desigualdad de los términos de intercambio y comercio entre el centro y la periferia, es decir, los grandes benefi¬cios sociales y económicos que las potencias europeas estaban obteniendo del do¬minio sobre sus colonias.