JOSEF ESTERMAN, FILOSOFÍA ANDINA

FILOSOFÍA LATINOAMERICANA
LUCIANA ALBAN COBOS - Doctorado en Filosofía – PUCE– 04 Julio 2002
Prof. Dra. Nancy Ochoa



FILOSOFÍA ANDINA
Estudio intercultural de la sabiduría autóctona andina
JOSEF ESTERMANN


1. ¿Cómo describe Estermann las características de las diversas etapas de la filosofía europea?¿Cumplen todas ellas con los criterios de filosofía estricta?
La historia de la filosofía occidental nos presenta un sinnúme¬ro de definiciones de lo que es “filosofía”; prácticamente hay tantas definiciones como filósofos. En este sentido, no podemos hablar de la “ concepción occidental de la filosofía”, sino de distintas concepciones, en plural.
No siempre el significado de la “filosofía” ha sido aquél de "buscar las primeras causas y verdaderos principios de los que se puedan deducir las razones de todo aquello que uno es capaz de co¬nocer" (Descartes), y no siempre se suponía que la filosofía fueran pensamientos cristalizados de una época" (Hegel).
Entre las tipificaciones alternativas podemos mencionar :
• "Meditación sobre la muerte" (Platón),
• "un arte de la vida" (Séneca),
• "cultivo del espíritu" (Cicerón),
• "introito a la religión" (Pico della Mirándola),
• "amor de la sapiencia de Dios" (San Agustín),
• “amor de los mitos" (Aristóteles).
Una cierta corriente nos hace creer que la verdad sobre la filosofía está en sus orígenes [in origine veritas), tanto del término (etimológicamente), como del mismo fenómeno (genéticamente) .
Estermann distingue entre un sentido amplio y un sentido estricto de lo que es “filosofía”.
La filosofía en sentido amplio sería entonces “todo el esfuerzo humano para entender el mundo, a través de las grandes preguntas que la humanidad ha formulado; y esto de hecho compete a todos los pue¬blos en todas las épocas”. Algunos autores suelen llamar este tipo de filosofía "cosmovisión" o simplemente "pensamiento" del cual la “fi¬losofía” en sentido estricto sería una sub-forma específica. La defini¬ción de esta última realza justamente los rasgos que la filosofía sur¬gida en Occidente de facto tiene: Racionalidad lógica; metodología sistemática; actitud anti-mitológica; cientificidad; grafidad; individua¬lidad del sujeto (filósofos históricamente identificables). En efecto, se trata del "tipo de pensamiento que surgió en Grecia hacia el siglo VI a.C. con los presocráticos, y después con Sócrates, Platón, Aristóteles y las escuelas postaristotélicas". Con lo que quedaría “demostrado” que la “filosofía” en sentido estricto es un privilegio exclusivo de Oc¬cidente
Ante todo habrá que cuestionar la distinción entre”estos dos “sen¬tidos” de “filosofía”, como una distinción monocultural (e ideológica en la medida de su universalización), efectuada por la misma filosofía occidental.
Toda la "manía clasificatoria" (Panikkar) del espíritu occidental procura establecer dicotomías y contraposiciones “univer¬sales”: entre lo “puro” e “impuro”, lo “espiritual” y lo “material”, lo “cien¬tífico” y lo “extra-científico”, lo “teológico” y lo “filosófico”, mhytos y logos, teoría y práctica. Dios y mundo, interior y exterior, etc. En el fondo, tales distinciones son el reflejo del principium tertii non datur, o sea: de la lógica exclusiva de Occidente.
También la distinción entre “sentido amplio” y “estricto” es una forma de este procedimiento, sobre todo al hacer equiparar el “sentido estricto” con las características de “verda¬dero”, “auténtico” y “puro”. ¿Podemos realmente pensar que una sola cultura llega a acaparar y cubrir en forma exclusiva un fenómeno tan esencialmente humano como es la “filosofía” (y no solamente en “sen¬tido amplio”)? ¿El logos es un privilegio de una raza y de una cultura determinada, de tal forma que otras culturas sólo lleguen a tenerlo en la medida en que “imiten” y “copien” los resultados de su actividad?
Ante este criterio eurocéntrico, en América Latina (pero tam¬bién en África y Asia) no puede haber existido (a priori) una “filoso¬fía” hasta el momento en que la filosofía occidental (que se concibe como la única “estricta”) pisara tierra en estas partes “bárbaras” del globo terráqueo. Pero también podemos preguntarnos si la defini¬ción “estricta” de la filosofía sea una descripción típica del quehacer filosófico occidental. Lo que ha surgido con los primeros presocráticos y ha evolucionado a lo largo de la Antigüedad, es decir: la “filosofía griega”, no cumple ni con lo mínimo de los criterios mencionados para ser una “filosofía estricta”: Sigue siendo un pensamiento mito-mórfico (¿cuántos mitos usa Platón en sus Diálogos); no siempre es grabado en escritura (gran parte de los presocráticos y el propio Sócrates); contiene un alto grado de “sabiduría práctica”; es impreg¬nado por la religiosidad; no sigue un método establecido; no es del todo sistemático; no se trata de filósofos “profesionales” y “académi¬cos”; mantiene un nexo vivo con los problemas prácticos de la vida. Y pasando a la época medieval, la filosofía tampoco se nos revela en “sentido estricto”. ¿Cómo la filosofía (en “sentido estricto”) puede ser una consolatio (Boecio), un amor (San Agustín), una ancilla (Santo Tomás) o hasta la vera religio (Escoto Eriúgena)?

2. Sintetice la “filosofía en la concepción moderna”, según Estermann
La concepción occidental de la “filosofía”, que se yuxtapone al pensamiento mítico, las cosmovisiones y Weltanschauungen, parece haber nacido recién en la época postrenacentista.
Se trata ante todo de una concepción reduccionista y excluyente, hasta tal extremo que hoy día la misma filosofía en sus “batallas de retiro” está al punto de perder su razón de ser, con la excepción de estudiar su propia historia (histerismo).
• En primer lugar, se ha “emancipado” de la teología y de la religión, marcando claramente la línea de separación, y dejando todo el “campo” de lo divino a una disciplina extra-filosófica.
• En segundo lugar, se ha separado de las ciencias naturales, perdiendo todo el “pe¬dazo” de la cosmología.
• En tercer lugar, también tenía que “soltar” las ciencias humanísticas como la psicología, la sociología y la antropología.
• En cuarto lugar, hasta la lógica se separó para ser una ciencia au¬tónoma, relacionada a las matemáticas; la metafísica ya mudó prácti¬camente a la religión o hasta la esotérica, y hoy día, la neurología, genética y cibernética vienen reemplazando paulatinamente a la gnoseología. Hasta la ética y la política pretenden “emanciparse” de la fi¬gura paternal de la prima scientia que de esta manera no sólo resulta la última, sino la más anémica. El reduccionismo metodológico y topológico (en el sentido de los topoi philosophikoi) ha dejado huérfana a esta ciencia que siempre pretende ser “universal” en cuanto a su objeto, pero que en realidad se ha retirado silenciosamente a una “existencia vacu¬na” de “rumiar” lo que generaciones anteriores han digerido.
El proceso incontenible de fragmentación del mundo, de la vida y de la experiencia humana en la modernidad ha afectado considerablemente la concepción de la “filosofía”. De una sophia, orientación y ayuda para la vida, de este nexo imprescindible entre la multiplicidad de experiencias y “ciencias”, de la pretensión “holista” y ético céntrica, se ha convertido en la época moderna en un mito omni-englobante (metarelato) de la racionalidad.
La filosofía occidental moderna -en forma estricta- ya no es “amor” (sino “técnica” y “ciencia”), “sabiduría” o conocimiento sapiencial. A la vez, la etimología sólo consideró la traducción clásica “amor a la sabiduría”, pero dejó de lo la traducción igualmente válida “sabiduría del amor”. Quedó entonces la “filosofía” como un cuerpo anémico e inanímico, como ciencia estricta” (Husserl), “análisis lingüístico” (Carnap) o hasta mera historia de la filosofía” (en la filosofía académica contemporánea).

3. ¿En que consiste la supra-culturalidad y la súper-culturalidad?
La filosofía intercultural, antes de ser una corriente con contenidos determina-dos, es una manera de ver, una actitud comprometida, un cierto hábito intelectual que penetra todos los esfuerzos filosóficos. Es so¬bre todo una “filosofía de la interculturalidad”, es decir: una reflexión sobre las condiciones y los límites de un diálogo (o “polílogo”) entre las culturas.
La verdadera interculturalidad rechaza tanto las pre¬tensiones supraculturales y superculturales, como también cada monoculturalismo (abierto o camuflado) y etnocentrismo del pensamiento filosófico. Por otro lado, insiste (contra el postmodernismo) en la negación de una supuesta inconmensurabilidad total entre las culturas y de la indiferencia ética de éstas.
La filosofía andina mis¬ma es un fenómeno multicultural y refleja una serie de “puentes” interculturales.
La concepción filosófica de Estermann del mundo andino es un punto de vista “exógeno-endógeno”, desde afuera-y-adentro (insider-outsider). No es hom¬bre andino, y por lo tanto nunca puede, ni pretende, ser sujeto de este pensamiento filosófico, sino a lo mejor su interprete y portavoz.
Esta doble condición de “afuera-adentro”, de auto - y hetero- imagen, sin embargo, no es sincrética ni mez¬clada, pero tampoco de yuxtaposición y separación estricta. Es la condición práctica y vivencial de la dialéctica fructífera del inter que aún es una “utopía” (no-lugar). Por eso, no postula un “purismo andino” a la, vez nostálgico y combatiente, sino una apre¬ciación “fenomenológica” de una realidad irreducible a esquemas pre¬concebidos.
La filosofía andina es ante todo la epifanía sapiencial del “otro” en su condición de pobre, marginado, alienado, despojado y olvidado, pero desde la "gloria” de su riqueza humana cultural y filosófica.
La concepción totalizante de la globalización económi¬ca y cultural es la punta del iceberg de la modernidad y post-modernidad occidental que una vez más demuestra su aspiración súper-cultural y “totalitaria” (en sentido hegeliano).
Este afán universalista sólo puede realizarse a condición de negar al “otro” en su alteridad. Una de las formas más sutiles y académicas de negación consiste en el eurocentrismo y occidentalismo de los criterios de negación.
La negación del “alma” de los nativos de Abya Yala en el siglo XVI, de la “civilización” de los pueblos pre-hispánicos y de los dere¬chos civiles y políticos de los pobladores autóctonos, hoy en día se ha transformado en la negación de; su auto-determinación económi¬ca y cultural.
Una de los últimos “bastiones de resistencia”, después de haber admitido la humanidad, la culturalidad y la politicidad del “nativo americano”, es la negativa académica de reconocer la existencia de una auténtica filosofía no-occidental.

4. ¿En que consisten la transculturalidad y la inter-trans-culturación?
La filosofía intercultural es una necesidad global en el umbral al tercer milenio. Sólo mediante múltiples diálo¬gos (es decir: “polílogos”) podemos evitar conflictos y guerras interculturales.
La mujer campesina quechua-hablante soporta la discriminación y marginalización de manera triple: sexual, social y culturalmente. Sin embargó, ella es la portadora de una ri¬queza sapiencial inconsciente y subterránea que ella misma ignora. También este desconocimiento .es parte del proceso de alienación y de la “obsesión” por el paradigma ajeno.

5. ¿Qué razones da Estermann para no adoptar un enfoque posmoderno en su acercamiento a la filosofía andina?
En este proceso -que es de una magnitud y “necesidad” mucho mayor que la misma Conquista- las concepciones no-occidentales del universo y hombre no tienen “valor de mercado” para poder compe¬tir con el paradigma dominante (que a la vez es el paradigma de do¬minación) occidental. A lo mejor son consideradas “ideas exóticas” con un valor estético para la indiferencia conceptual y ética del hombre postmoderno.
Aunque el liberalismo y la “tolerancia postmoderna” aplauden la rica tradición mítica, religiosa y cultural de los pueblos de América Latina, sin embargo siguen insistiendo en la “universalidad” de la filosofía occidental como “ el único paradigma que merece ésta denominación.
La excavación de la “filosofía andina” como el pensamiento racional implícito del hombre autócto¬no de una región del continente americano, es, como un deber, el gesto de “devolución” de lo propio, maltratado, negado y supuesta¬mente extinguido. A la vez es una protesta contra la situación es¬candalosa del pueblo andino que sufre las consecuencias de la globalización a medias, como víctimas del mercado desfrenado y del imperialismo cultural.
Para poder acercarse al fenómeno y tema de la “filosofía andina”, es preciso romper con el eurocentrismo y occidentalismo implícitos en la misma definición y delimitación de lo que se consi¬dera “pensamiento filosófico”.
También el postmodernismo, parcialmente, pone en tela de juicio el carácter ideológico y etnocéntrico del “meta-discurso” filosófico racionalista de Occidente.
Estermann considera que el paradigma postmoderno, en el fon¬do, no es una ruptura epistemológica con la tradición filosófica do¬minante, sino su expresión más inteligente, una Aufhebung de se¬gunda potencia.
A pesar de su renuncia a una concepción englobante del mundo (meta-récit), el postmodernismo es ante todo una corrien¬te occidental con su arraigamiento en una cultura determinada. Por lo tanto, para Estermann, no es el enfoque más adecuado para poder abordar la problemática de la filosofía andina.