MICHEL FOUCAULT Pensamiento y Obra, algunos datos

MICHEL FOUCAULT
DOCTORADO EN FILISOFIA / UNIVERSIDAD CATOLICA / JUNIO, 20 del 2001


ALGUNOS DATOS DE SU VIDA, SU PENSAMIENTO ... SU OBRA

Libre sistematización de; LA PASION de MISHEL FOUCAULT de James Miller, ESTRATEGIAS DE PODER (serie de entrevistas traducidas por Julia Varela y Fernando Alvarez-Urria), varios documentos de internet y otros.

“Se cruel en tu búsqueda de la verdad, implacable en tu honestidad, salvaje en tu irreverencia. Se cruel en tu decisión, acepta de buen grado las duras renunciaciones y a veces los costos brutales a que obliga la persecución implacable de cualquier elevado ideal, sea éste en la verdad, la piedad o la pureza revolucionaria. Se cruel en las obras de imaginación que crees: no evites nada si pintas los demonios del desierto que tientan a san Antonio: un jinete con cabeza de cardo, una sirena cabalgando sobre una rata... Se cruel en tus juegos eróticos ... Se cruel en la licencia que das a actos individuales y prácticas políticas que inciden en el sufrimiento y muerte”.

El próximo lunes 25 de junio se cumplirán 17 años de la muerte de Mishel Fucó quien, a los cincuenta y siete años realizó su última experiencia límite.

SU VIDA
La pretensión de las siguientes líneas no es la de profundizar en su pensamiento ni sus obras. Es una pretensión mucho mas limitada. Construir un perfil del hombre. Será en la segunda y tercera partes de está exposición y obviamente con los aportes de ustedes que podremos internarnos en su pensamiento a la luz de su obra Vigilar y Castigar.
Mishel Fucó, nació en Puatié el 15 de octubre de 1926. Segundo de tres hermanos y el primer varón. Creció con las comodidades típicas de un burgués y al interior de una familia que cumplía normas. Su padre fue un cirujano de prestigio. Asistió a colegios conservadores, el ritual familiar incluía el asistir a las misas de domingo (sin embargo de que los Fucó no eran muy religiosos).
No gustaba de hablar de su infancia, se autocalificaba como un “delincuente juvenil” y contó a sus amigos que fue sometido por su padre a castigos y una rígida disciplina, era un “tirano” que insatisfecho de los resultados académicos de Mishel, lo matriculó “en el colegio más regimentado que pudo hallar”, el San-Stanislas. La aspiración de su padre de que siguiera sus pasos en la medicina la concretó su hermano.
Cuando tenía 33 años, murió su padre. No volvió a mantener relación con sus dos hermanos aunque sí con su madre a la que ocasionalmente visitaba en las afueras de Puatié donde aprovechaba para dar los toques finales a sus manuscritos.
Existen pocos datos sobre este adolescente “retraído”, un crítico afirmó que Pol-Mishel parece “haber sufrido, como Zaratustra, en implacable y orgulloso aislamiento”.
Una fotografía de su época estudiantil en Puatié muestra “a los estudiantes ordenados en dos filas contra un fondo liso, en la fila superior se reconoce el cuerpo retorcido de Mishel, como si quisiera retroceder de la cámara, con la mirada inquisitiva y una actitud casi beligerante ... con el ceño fruncido ... solo ... aparte ”
En los años 40 Fucó era un adolescente que habitaba en Puatiers. “ era demasiado joven para combatir ... pero tenía la edad suficiente para conocer el miedo”. Creció en un mundo en el cual la amenaza de muerte era continua; “entre mis recuerdos más tempranos está el de un mundo absolutamente amenazante que nos podía aplastar” dijo Fucó en 1981 .
“Vivir la adolescencia en una situación que debía terminar, que debía dar paso a otro mundo, para mejor o para peor, era tener la sensación de pasar toda la infancia en la noche a la espera del alba. Esa prospectiva de otro mundo marcó a la gente de mi generación; hemos llevado con nosotros, quizás excesivamente, un sueño de apocalipsis”
Tan brillante como distante, se le reconocía gran futuro en las áreas de filosofía, literatura e historia. Se marchó, contra la voluntad de su padre, a París. Su objetivo: lograr el ingreso en la elitaria Escuela Normal Superior para lo cual debía cumplir un pre requisito, superar los cursos especiales en el Licé Enrí (cuarto) uno de los más prestigiosos colegios parisinos.
Su más importante profesor fue Jean Ipolít, miembro de la generación de Sartre, de quien fue su colaborador en la elaboración de un nuevo tipo de humanismo sincrético. La gran erudición de Ipolít, le permitió integrar a Hegel y Marx en el nuevo modo de pensar: “ Reflexionar en la relación entre Hegel y Marx posee para nosotros un valor universal ” ... “no se trata solamente de un legado histórico. Implica un problema que siempre podemos volver a examinar y que puede adquirir significado nuevo en cualquier momento de la historia” afirmaba Ipolít quien falleció en 1968.
En el otoño del 46, obtuvo la cuarta nota entre todos los candidatos aceptados en la Ecól Normal, una especie de monasterio para jóvenes genios, donde pronto fue reconocido como una persona curiosa, rara, que exigía cierta excentricidad y, la violencia de sus peculiaridades, lo apartó muy pronto del grupo. “La puerta de su dormitorio fue decorada de la manera más inquietante, con bocetos de Goya sobre las víctimas de la guerra, con torturados y atormentados que se retorcían agónicos. Su conducta no era menos inquietante: una noche lo sorprendieron persiguiendo por los pasillos, con un puñal, a un compañero. En las discusiones intelectuales resultaba impredescible y muy agresivo: casi siempre reservado e introvertido” ... si había ocasión, se mostraba “amargo en el sarcasmo y no perdía la oportunidad de burlarse ... iba siempre a la yugular . Conocedor profundo de Sade despreciaba a quienes no lo respetaban ... casi ninguno de sus compañeros lo soportaba. Otros creían, sencillamente, que estaba loco”.
Todos sin embargo reconocían su brillantez y voracidad por la lectura. Si no estaba prendido de un libro estaba discutiendo ideas o asistiendo a seminarios y conferencias. Estudió con gran pasión a Kant, Bofré, Marló-Pontí, Hegel, Marx, Jiusserl. Afirmaba que todo su desarrollo filosófico estudiantil estuvo determinado por su lectura de Jaideguer.
En su búsqueda de experiencias límite intentó suicidarse en 1948, hizo varios intentos posteriores ... no se puede determinar cuántos. “Trató de rebanarse las muñecas. Bromeaba con ahorcarse. La idea le obsesionaba. Su padre, le consiguió una cita en el hospital Sant-Ann con una de las luminarias de la psiquiatría francesa moderna, el doctor Jean Delé para que lo evaluara”
Al final de su vida, Fucó defendió el “derecho de todo mundo de matarse”, como le dijo, muy sonriente a un espantado entrevistador en 1983. El suicidio, escribió en otro ensayo publicado en 1979, era “el más simple de los placeres”. Uno debe prepararse para el acto suicida “poco a poco, decorarlo, arreglar los detalles, buscar los ingredientes, imaginarlo, escogerlo, aconsejarse al respecto, conformarlo como una obra sin espectadores que existe sólo para uno mismo, para el instante más breve de la propia vida”.
“Si me gano unos millones en la lotería nacional (dijo en una entrevista de 1983) fundaré un instituto donde la gente que quiera morir pueda pasar un fin de semana, una semana o un mes divirtiéndose lo más que pueda, quizás con la ayuda de drogas, y después desaparecer ...”
En el ensayo de 1979 imaginaba “festivales de suicidio” y “orgías suicidas” así como un especie de retiro donde los que plantean cometer suicidio puedan “hallar compañeros sin nombre, ocasión de morir liberado de toda identidad”.
Este morir es sensual. Morir es experimentar la “forma informe de un placer absolutamente simple”, un placer “ ilimitado cuya paciente preparación, sin prisa y sin pausa, iluminará la totalidad de tu vida”.
El médico de la Ecól Normal vinculó la conducta suicida de Fucó a un solo elemento: la angustia por su homosexualidad. No era “nada sencillo ser homosexual y joven en París de fines de los años 40. “Hasta casi 1970” recordaría Fucó, “uno sabía muy bien que los patrones de los bares y de los baños eran molestados continuamente por la policía y que existía una espiral de represión compleja, eficaz e insoportable”.
Su sexualidad no era, en todo caso, algo que recién destapaba. Había contado ya a algunos de sus amigos que sus primeros encuentros con otros muchachos ocurrieron en Puatié, su ciudad natal.
En una entrevista que concedió al novelista norteamericano Edmund Wait le contestó: “en cierto sentido todo el resto de la vida me lo he pasado tratando de hacer cosas intelectuales para agradar y atraer a muchachos hermosos”.
En la post guerra, recuerda Fucó, el partido comunista “ejercía una legitimidad triple: histórica, política y teórica”. En algún momento de 1950 se unió al Partido Comunista Francés. “Nunca me integré verdaderamente al partido porque era homosexual” afirmaría con posterioridad. Parece que abandonó el Partido en 1953 y que la gota que derramó el vaso fue la llamada conspiración de los médicos. Fucó durante toda su vida fue intensamente hostil a todo indicio de antisemitismo y, el descarado racismo de la propaganda le dejó atónito “el hecho es que desde ese instante me aparté del Partido Comunista Francés”
En los años siguientes manifestó poca simpatía por partidos, movimientos y gobiernos comunistas. Pese a su firme convicción anticomunista su quiebre con el marxismo no fue ni repentino ni muy nítido.
En 1951, en segundo intento aprobó la agregación en filosofía. Estudió sistemáticamente la historia de la psicología y la psiquiatría. Visitaba todos los días la Biblioteca Nacional. Leía desde Pavlov y Piasché hasta LLaspers y Froid.
Regresó al hospital Sant-Ann, esta vez para realizar una investigación. En calidad de interno, colaboró en experimentos de laboratorio y aprendió a analizar las anormalidades de la actividad eléctrica del cerebro. En la práctica, estaba en una posición intermedia entre los pacientes y los médicos, recuerda Fucó que “allí gozaba de un estatus extraño ... nadie parecía preocuparse de lo que estaba haciendo ... estuve lo bastante loco como para estudiar la razón y lo bastante razonable como para estudiar la locura”.
Poco antes de morir, Fucó resumió su odisea intelectual de estos años: “Pertenezco a la generación que, de estudiantes, tenía un horizonte limitado por el marxismo, la fenomenología y el existencialismo. La crisis, el quiebre, fue primero Esperando a Godó de Bequé, una representación que nos dejó sin aliento”
El mundo de Godó es un mundo donde las ideas de libertad y responsabilidad fueron dramáticamente vaciadas de toda significación moral que pudiera quedarles. “Los valores morales no son accesibles” declarará Bequé en otra ocasión. “Ni siquiera es posible hablar de la verdad; eso es parte de la angustia. Paradójicamente, mediante la forma, dando forma a lo informe, el artista puede hallar una salida”.
La muerte, tan buscada, alcanzó a Fucó en el momento en que escribía su tan esperada obra Historia de la sexualidad.

SU OBRA
En las primeras obras que publicó y que aparecieron en 1954 Fucó adhería al “impulso revolucionario” de Marx y parcialmente al humanismo de Ipolít. Parece evidente que, a esa fecha el también esperaba que “la historia invirtiera el desarrollo manifestado hasta el presente” y, con gran entusiasmo suscribía el “objetivo de terminar con la alienación” ... tenía gran optimismo sobre la posibilidad de “capturar la verdad de la esencia humana” gracias a una “nueva ciencia del hombre” ... defendía la necesidad de lograr “un entendimiento antropológico del hombre concreto” en la que combinaba una visión marxista de la historia y nociones existencialistas del ser humano libre y su “tarea ética”
En 1961 publicó Locura y Civilización, obra en la cual sostuvo que la percepción de la insania cambia “dramáticamente” desde fines del siglo 15 pues, mientras en la Edad Media el loco podía moverse con libertad e incluso era mirado con respeto, en la actualidad, como resultado de la aplicación del conocimiento científico, se lo encierra, aísla y se le da el tratamiento de enfermo realizándose de ésta forma en realidad una clara forma de control social.
Las Palabras y las Cosas, que logró gran éxito editorial, se publica en 1966. Con gran atrevimiento, Fucó presenta un estudio comparado de economía, ciencias naturales y lingüística en los siglos 18 y 19. De entre muchísimas frases de gran celebridad que contiene ésta obra, alcanzó muy particular relevancia la afirmación de que el hombre desaparecerá muy pronto “como un rostro que se ha dibujado en la arena al borde del mar”.
En Francia, en 1975, publicó una de sus más influyentes obras “Vigilar y Castigar”, la cual es motivo de la presente exposición.
Su obra la completan El Uso de los Placeres y La Inquietud de Sí y, segundo y tercer volumen de la Historia de la sexualidad que dejó incompleta al morir.