Walter D. Mignolo, LA RAZÓN POSTCOLONIAL: HERENCIAS COLONIALES Y TEORÍAS POSTCOLONIALES

Walter D. Mignolo
Duke University
LA RAZÓN POSTCOLONIAL: HERENCIAS COLONIALES Y TEORÍAS POSTCOLONIALES
Lo postcolonial o la postcolonialidad, ha sido observado (McCIintock, 1992; Shohat, 1992; Radhakrishnan, 1993; Dirlik, 1994), es una expresión ambigua, algu¬nas veces peligrosa, otras veces confusa, y generalmente limitada e inconscientemente empleada. Es ambigua cuando es usada para referirse a situaciones socio-históricas conectadas con la expansión colonial y la descolonización a través del tiempo y del espacio'. Por ejemplo, Algeria, los Estados Unidos del siglo XIX y el Brasil del siglo XIX son todos categorizados como países postcoloniales. El peligro surge cuando este término es usado como una dirección "post" teórica más en la academia, y'se con¬vierte en fuente principal en contra de las prácticas de oposición para la "gente de color", "intelectuales del tercer mundo", o "grupos étnicos" en la academia. Es con¬fuso cuando expresiones como "hibridización", "mestizaje", "espacio entre medio" y otras expresiones equivalentes, se convierten en el objeto de reflexión y crítica de las teorías postcoloniales, porque ellas sugieren una descontinuidad entre la configu¬ración colonial del objeto o tema de estudio y la posición postcolonial del lugar de la teoría. Es inconscientemente empleada cuando es desarraigada de las condiciones de su manifestación (p. ej., en ciertos casos como un sustituto de la "literatura de Commonwealth", y como poder en la "literatura del tercer mundo" en otros). Por consiguiente, "postcolonialidad" o lo "postcolonial" es un término problemático cuan¬do es aplicado a las prácticas culturales tanto del siglo XIX, como del siglo XX.
A pesar de todas las dificultades que este término implica, propondría que no perdiéramos de vista el hecho de que lo postcolonial revela un cambio radical epíste-mo/hermenéutico en la producción teórica e intelectual. No es tanto la condición his-tórica postcolonial la que debe atraer nuestra atención, sino los loci de enunciación de lo postcolonial. En este artículo asumiré que la transformación más fundamental del espacio intelectual se está llevando a cabo a raíz de la configuración de una razón postcolonial tanto en el lugar de práctica oposicional en la esfera pública como el de una lucha teórica en la academia. En este contexto, me siento compelido por la des¬cripción de Ella Shohat sobre las teorías postcoloniales como loci de enunciación y su opinión de que la teoría postcolonial ha formado un espacio de fuerza para la erudición crítica y de resistencia; mientras que en general, los discursos postcoloniales proporcionan prácticas oposicionales en países con una gran herencia colonial. En las palabras de Sholiat:
A pesar de todas las ambigüedades del término analizado por Shohat, la cita an¬terior subraya un aspecto crucial de las prácticas teóricas contemporáneas identifica¬das como "postcolonialidad", aunque el término va más allá de su propia descripción. Por consiguiente, argumentaré a favor de la razón postcolonial entendida como un grupo diverso de prácticas teóricas que se manifiestan a raíz de las herencias colonia¬les, en la intersección de la historia moderna europea y las historias contramodernas coloniales. No iré tan lejos como para decir o mirar a lo postcolonial como un nuevo paradigma, sino para visualizarlo como parte de uno aún más grande'. Me gustaría insistir en el hecho de que el "post" en "postcolonial" es notablemente diferente de los otros "post" de la crítica cultural contemporánea. Iré aún más allá, al sugerir que cuando se compara con la razón postmoderna, nos encontramos con dos maneras fun¬damentales para criticar la modernidad: una, la postcolonial, desde las historias y he¬rencias coloniales; la otra, la postmoderna, desde los límites de la narrativa hegemó-nica de la historia occidental.
Comenzaré, pues, con un recuento de la manera en la que hablo acerca de las situaciones y condiciones postcoloniales. Primero, limito mi comprensión acerca del "colonialismo" a la constitución geopolítica y geohistórica de la modernidad occiden¬tal europea (conceptualización de Hegel) en sus dos sentidos: la configuración econó¬mica y política del mundo moderno, como también, el espacio intelectual (desde la filosofía hasta la religión, desde la historia antigua hasta las ciencias sociales moder¬nas) justificando tal configuración. La razón postcolonial presenta lo contramoderno como un lugar de disputa desde el primer momento de la expansión Occidental (p. ej.. La nueva crónica y buen gobierno de Guarnan Poma de Ayala, terminada alrede¬dor de 1615), haciendo posible cuestionar el espacio intelectual de la modernidad y la inscripción del orden mundial en la cual el Occidente y el Oriente, el Yo y el Otro, el Civilizado y el Bárbaro, fueron inscritos como entidades naturales. Desde 1500, aproximadamente, el proceso de consolidación de Europa Occidental como en¬tidad geocultural (Morin 1987) navegó junto con los viajes de Ultramar y la expan¬sión del Imperio portugués y del Imperio español. Durante el siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII, Italia, España (o Castilla) y Portugal eran, el "corazón de Eu¬ropa". usando un término que Hegel finalmente aplicó a Inglaterra, Francia y Alemania al principio del siglo XIX. Limitaré entonces mi comprensión de las situacio- ^ nes/condiciones postcoloniales a la configuración sociohistórica manifestada a través ^ de los pueblos que ganan independencia o emancipación de los poderes imperiales ~" y coloniales de Occidente (tales como Europa hasta 1945, o los Estados Unidos desde' el comienzo del siglo XX). La razón postcolonial precede y coexiste con las situado- su¬presión de cualidades secundarias del campo del conocimiento; la otra, al abrir el tra¬bajo erudito y la búsqueda académica a la esfera pública más allá de la academia. La fuerza de la teoría postcolonial (tanto como otras prácticas teóricas en el campo del discurso de las "minorías") reside en su capacidad para una transformación epistemo¬lógica como también social y cultural. Además, ayuda a redefinir y a restablecer el trabajo de las Humanidades en un mundo transnacional el cual es, al mismo tiempo, uno de los resultados de varias herencias coloniales e imperiales.